La utilización de recursos informáticos es inevitable y necesaria, pero por sí solas las computadoras no garantizan una mejor enseñanza.
La informática está presente en todos los aspectos de nuestras vidas y la educación, desde luego, no es la excepción. Las computadoras han ingresado a las aulas para quedarse. Está claro que un estudiante que no sea capaz de desenvolverse con soltura en el entorno digital estará en desventaja respecto a sus pares, por lo que la educación no puede desentenderse del uso de recursos informáticos.
Según el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado de España, el uso de computadoras en la docencia promueve el aprendizaje activo, facilita la abstracción, se puede adecuar al ritmo del aprendizaje de cada alumno y favorece la autonomía del aprendizaje.
Un documento elaborado por la Universidad de Castilla La Mancha (España) señala que los profesores pueden valerse de la computadora de distintas maneras: como asistente de la enseñanza, pero también como herramienta que estimula la creatividad y los procesos de pensamiento y como elemento motivador, pues puede hacer más ameno el proceso de aprendizaje.
No obstante todo esto, es importante señalar que, sin guía adecuada, las computadoras pueden tener el efecto opuesto: en lugar de servir como herramientas para mejorar la educación, se pueden convertir en un factor de distracción para los estudiantes.
En un artículo publicado en BBC Mundo, Andreas Schleicher, jefe de educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, señala que el impacto del empleo de computadoras en las aulas es, en el mejor de los casos, mixto.
A la luz de los resultados de las pruebas PISA, ha quedado en evidencia que los estudiantes que usan computadoras en la escuela moderadamente tienen mejor rendimiento que aquellos que las usan rara vez; sin embargo, los alumnos que usan computadoras con mucha frecuencia obtienen resultados sustancialmente peores en las evaluaciones de aprendizaje.
Es decir, usar en exceso la computadora resulta contraproducente, por lo que es necesario que su uso se haga bajo constante supervisión. En casa, es preciso que los padres procuren que el uso de la computadora no reste tiempo para realizar otras actividades, además de vigilar para prevenir usos inadecuados.
Los padres pueden establecer tiempos máximos para el uso de los aparatos tecnológicos y alentar en sus hijos el empleo de programas que a la vez de entretenerlos los ayuden a aprender.
Asimismo, se deben tener precauciones para que los niños naveguen con seguridad. Kaspersky, uno de las empresas más importantes del mundo en seguridad informática, da estas recomendaciones: 1) mantener las computadoras de los niños en una sala común, 2) instalar software de filtrado, 3) actualizar los sistemas operativos de los equipos con frecuencia y 4) enseñarles a los niños cuestiones de sentido común en internet, como no abrir adjuntos de correos electrónicos de desconocidos y no descargar programas a menos que vengan de fuentes confiables.
La computadora no puede reemplazar el valor de la interacción entre el docente y sus alumnos, y si está mal utilizada, puede volverse un factor de distracción. “La tecnología puede amplificar la enseñanza de calidad, pero parece no poder arreglar una enseñanza deficiente”, señala el Schleicher. No se trata, entonces, de poner computadoras a disposición de los estudiantes. Hay que usarlas inteligentemente y con mucha supervisión.