Evaluaciones demuestran retroceso
Según el libro Indicadores de Educación por Departamento, 2007-2017,
elaborado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática
(INEI), la tasa de analfabetismo se ha reducido de 8.5% en 2007 a 5.9%
en 2017, siendo mayor en las zonas rurales. No obstante los indicadores
que mostrarían resultados favorables, los niveles de aprendizaje no son
los esperados.
Según la
Evaluación Censal de Estudiantes (ECE 2018), del Ministerio de
Educación (Minedu), solo el 30.7% de los estudiantes de cuarto grado de
primaria logra resultados “satisfactorios” (los esperados) en
matemáticas, y el 34.8% en lectura. De los estudiantes de segundo de
secundaria, el 16.2% logra resultados satisfactorios en lectura, el
14.1% en matemáticas, el 11.6% en ciencias sociales y el 8.5% en ciencia
y tecnología. Es probable que estos resultados deprimentes sean
confirmados por los del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) 2018, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Toda evaluación y sus resultados –con
sus respectivos márgenes de error, limitaciones y estandarizaciones–
indican una aproximación a la realidad, y son útiles para desarrollar
políticas respecto al capital humano, y también para reevaluar el
sistema educativo para corregir y avanzar. Los indicadores educativos
señalan los vínculos entre el gasto destinado a la educación, los
resultados obtenidos, el nivel de formación de los profesores, el número
de alumnos por aula, la calidad de la alimentación de los niños y otros
parámetros educativos que influyen en los resultados. Los resultados
también indican las probabilidades que tienen los estudiantes de
continuar con estudios universitarios y técnicos, las oportunidades
laborales, fuentes de ingreso económico y demás actividades futuras.
En este
escenario, la intervención de los sectores productivos es crucial. El
desarrollo de la sociedad depende de la calidad humana individual. El
capital humano –competente, innovador y con conocimiento– resulta
indispensable en las actividades económicas, cada vez más globalizadas.
Si los resultados de la educación peruana demuestras que menos del 30%
de estudiantes obtiene los resultados deseables, ¿qué esperamos del
resto (70%) de estudiantes? ¿Una carga para las familias, la sociedad y
el Estado? En el mismo reporte del INEI, la población que ni estudia ni
trabaja –jóvenes entre 15 y 29 años– vuelve a elevarse de manera
alarmante y se concentra en los sectores populares: de 17.5% en 2007 a
17.8% en 2017, siendo el nivel más bajo 15.9% en 2012.
En este
contexto deprimente, la meritocracia se impone en la escuela pública
como una posible solución para el problema de la educación. En la última
Prueba Única Nacional (PUN),
organizada por el Minedu el 27 de octubre pasado a nivel nacional, más
de 21,000 docentes clasificaron a la Etapa Descentralizada del Concurso
de Ascenso 2019. El nombramiento de los profesores en la escuela pública
no solo significa una mejoría económica del docente, sino también una
oportunidad para mejorar los resultados educativos, debido al mérito por
capacidad y esfuerzo de los docentes.
Tengo tiempo trabajando en la parte privada. La ventaja es que en la privada es más práctica para que el estudiante aprenda evitando tanto papeleo que en realidad ayuda poco a la educación. Otro ven a esta profesión un modo fácil de conseguir trabajo en el estado, nombrarse y vivir porque pagan de regular a bien. Educar en y para la vida es el fin, no solo para nuestros bolsillos.
ResponderEliminarCon la pandemia retrocedimos en educación. Más aún con políticos hambrientos de poder seguimos decepcionados y hartos de estar luchando contra el sistema que nos atrasa.
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