martes, 22 de marzo de 2016

Cinco mitos de los videojuegos en el desarrollo infantil

La clave está en seleccionar el contenido apropiado, organizar horarios y rutinas y no convertirlo en la única forma de entretenimiento para sus hijos. 
Cinco mitos de los videojuegos en el desarrollo infantil


Hoy en día, los videojuegos se han convertido en uno de los principales intereses de niños y adolescentes, quienes dedican gran cantidad de su tiempo a esta actividad. En muchos hogares su existencia puede figurar como la primera opción de entretenimiento diario. Por popularidad, avances tecnológicos y uso frecuente se han generado en los padres dudas sobre los efectos que puede ocasionar. Esta situación ha ocasionado la creación de una serie de mitos que a continuación resolveremos:
1) No influye el tiempo expuesto a los videojuegos. Existen personas que consideran que pasar mucho tiempo realizando esta actividad puede ser beneficioso, mientras que otros creen lo contrario, pues este tipo de juegos hace que las personas lleguen a perder sus facultades cognitivas; sin embargo, no existen evidencia científicas que confirmen dicha afirmación. Lo que sí es real es que el invertir mucho tiempo a esta actividad, incluso en los videojuegos educativos, le resta tiempo a la práctica de actividades productivas para los niños y adolescentes como el deporte, aprender otros idiomas o desarrollar relaciones interpersonales en espacios recreativos y sociales. Es por esta razón que se considera importante que la práctica de videojuegos se lleve a cabo con moderación, haciendo uso de horarios si es necesario.
2) Los contenidos son agresivos y violentos. En el mercado podemos encontrar variedad de contenidos acordes a la etapa de desarrollo, todo depende de quién escoge y supervisa el contenido de los mismos. De otro lado, es importante reconocer que en los juegos con contenido nocivo si bien no se puede cuantificar en qué grado se llega a asimilar la violencia, sí se ha podido comprobar que las consecuencias que trae este tipo de información es la desensibilización, ocasionando que los niños se movilicen menos frente a estímulos mucho más sangrientos y violentos.
3) Los videojuegos permiten el desarrollo de capacidades. Entre ellas se mencionan las cognitivas de diferentes tipos como motoras, atencionales y orientación espacial, según la actividad que el juego demande. Sin embargo, esta información no es correcta, ya que este tipo de capacidades son más complejas de lo que se piensa, debido a que tienden a involucrar muchas áreas del cerebro que no se limitan a la habilidad visual y motora manual para controlar un joystick.
4) Son para todas las edades. Muchos padres creen ello; sin embargo, no es así. Es recomendable que los niños menores de seis años no se expongan mucho tiempo frente a aparatos tecnológicos en general, pues son más susceptibles a ser seducidos a través de los mensajes y temáticas. Si en todo caso lo hacen, debe ser bajo supervisión de sus padres y con contenidos educativos relacionados con colores, figuras, identificar animales, identificar magnitudes y dimensiones, entre otros.
5) Llevan a un estilo de vida sedentaria. La realidad es que el abuso del tiempo frente a la pantalla sin ningún tipo de actividad física sumado a la mala alimentación lo que puede generar es obesidad. Por tanto, establecer un horario que incluya días y número de horas, sumado a una buena alimentación es una buena alternativa para revertir esta situación.
Es importante considerar la regulación del uso de los videojuegos por parte de los padres. La clave en el uso de los mismos está en seleccionar el contenido apropiado, organizar horarios y rutinas y no convertirlo en la única forma de entretenimiento para sus hijos. Con estas recomendaciones podemos sacarle provecho viéndolo como un medio para ayudar a sus hijos en tener hábitos, tolerar la frustración, tomar decisiones, respetar turnos de juego, entre otros. Puede ser visto como una recompensa al esfuerzo de sus hijos pero, al mismo tiempo, es fundamental incentivar a realizar actividades que impliquen desarrollar capacidades de interacción social y solución de problemas, realizándolos al aire libre. 
Luciana Barahona
Departamento Psicopedagógico
Colegio Antares – CPAL

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