Al iniciarse las clases en el mes de marzo, muchos niños retornarán a las aulas a reencontrarse con sus compañeros, pero también hay otro grupo que por primera vez irán al colegio. Ellos deben recibir el apoyo de sus padres y prepararlos para que no tengan temor y afronten esta nueva etapa de la mejor manera.
“La forma en que el menor reaccione el primer día de clases dependerá de sus características personales y de sus experiencias previas”, indicó Horacio Vargas Murga, psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) del Instituto de Gestión de Servicios de Salud (IGSS).
En conversación con Andina calificó al primer día de clases como “un evento histórico para el niño” donde pueden reaccionar de diversas maneras. Algunos lo harán con escenas de llanto o berrinches, mientras que otros ingresarán felices al salón.
El especialista aseguró que las reacciones negativas durarán alrededor de una semana, hasta la etapa de adaptación. Durante este tiempo, la labor de los padres es fundamental para lograr que se familiaricen con el nuevo lugar al que acudirán varias horas del día.
“Es importante que conozca, previamente, el colegio donde estudiará, explicarle que es un lugar de confianza donde tendrá nuevos amigos y estará al cuidado de los profesores, quienes le enseñarán a leer y escribir. También puede contarle sobre las cosas nuevas que aprenderá, hacerle partícipe de la compra de sus útiles escolares y compartir cómo fue la experiencia del primer día de clase de los padres”, aseguró Horacio Vargas.
Una recomendación importante para el primer día es que si los padres ven llorar a su hijo o hacer una pataleta, no los regañen, todo lo contrario, tienen que consolarlo, abrazarlo y darle tranquilidad.
El psiquiatra también se refirió a la importancia de buscar ayuda profesional en caso haya pasado una semana y el menor no logre adaptarse al colegio y continúe llorando cuando usted lo deja en la puerta o sube a la movilidad escolar.
En este caso, el niño puede estar presentando un cuadro de ansiedad por separación, un problema de salud mental que se caracteriza por el miedo intenso que presenta el niño al quedarse solo y que va acompañado de dolores estomacales, náuseas, vómitos y dolores de cabeza que desaparecen cuando vuelve a ver a sus padres.
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