Técnica de la hidroponía. Con solo instalar sistema de tubos alimentados por agua puede cultivar lechugas, espinacas y acelgas para venderlas a restaurantes o supermercados. Expertos indican que con inversión de 2.000 a 3.000 soles puede organizar su producción. Una interesante alternativa en la que los vegetales no necesitan de tierra para desarrollarse.
Para Andy Rivera todo empezó como un hobby hace cinco años. Sentía afinidad con las plantas, pero entonces estudiaba educación. En esos días de 2010, curioseando en internet, se enteró de los cultivos hidropónicos y le pareció una actividad 'extraña'.
No se puede culpar a Rivera por tal percepción. Estamos acostumbrados a ver a las hortalizas crecer en enormes campos al aire libre y ser cosechadas de la tierra y algunos restos de esta materia los hallamos en puestos de vegetales en los mercados de barrio. A veces, incluso, si uno se descuida, puede comprar productos que despiden olores fétidos, debido a que son regados con aguas servidas, una práctica común en cierto tipo de agricultura.
En cambio, los vegetales que crecen bajo métodos hidropónicos no necesitan tierra para vivir, solo requieren estar suspendidos sobre agua con nutrientes ¿Y los pesticidas? Al desarrollarse en espacios más pequeños —pero, no por ello, menos productivos— los cultivos hidropónicos pueden mantenerse alejados de diversas plagas y se prescinde, así, de químicos nocivos para el consumidor final.
Informado al respecto, Rivera se animó a darle algo de utilidad a su tiempo libre en la azotea de su casa de Chorrillos, al sur de la capital. Compró las semillas, las cultivó en almácigos y, días más tarde, las 'sembró' en planchas agujereadas de tecnopor, las cuales colocó sobre bateas con agua para alimentar las raíces.
Al principio no le fue bien: como las sembró en verano —la lechuga se adapta mejor al invierno— en vez de crecer frondosas lo hicieron con grandes tallos y florecieron. Sí, lechugas con flores.
Sin embargo, de ese experimento fallido, unas 50 lechugas crecieron bastante decentes y las vendió, al paso, en el mercado Túpac Amaru de Chorrillos a S/. 0.80. De más está decir que Rivera no obtuvo ninguna ganancia, pero como hobby estaba bien, y era mejor rematarlas que dejarlas pudrirse en casa.
Hoy, media década después, y ya instalado en un lugar de media hectárea en Pucusana, este emprendedor de 32 años vende sus productos (ya sin flores) en 14 locales de una conocida cadena de supermercados y un grupo de pollerías de la capital. ¿Cómo hacer que la actividad hidropónica pase de ser un pasatiempo a un negocio rentable contando solo con algo de tiempo y una azotea amplia?
INVERSIÓN INICIAL
Primero, no se requiere, para iniciar, un gran espacio. En un metro cuadrado se pueden obtener unas 25 lechugas, explica el biólogo Alfredo Rodríguez Delfín, director del Centro de Investigación de Hidroponía, de la Universidad Agraria La Molina.
Claro que, para optimizar la cantidad de lechugas, se requieren equipos idóneos como los del sistema NFT, caballetes que sostienen varios tubos de PBC en cuyos agujeros se insertarán los retoños. Se obtienen estas estructuras en la Universidad Agraria a un precio de 480 soles con capacidad para 60 lechugas. Ahí mismo se pueden llevar cursos de capacitación de 16 horas (divididos en 4 semanas) con pagar S/. 250.
"La inversión inicial para un espacio de 100 metros cuadrados es de unos 1.300 dólares y en cinco meses se recupera la inversión", explica el biólogo.
En Arequipa, el ingeniero biotecnólogo Rony Jáuregui se encarga de asesorar a personas interesadas en esta alternativa de negocios. Calcula que si se cuenta con un terreno de cuatro por diez metros, en los cuales solo se quiera armar un sistema NFT de 2.20 por 3 metros, la inversión en tanques, bombas, mano de obra, tuberías de distribución y el tablero electrónico con timer (para programar la bomba de agua) asciende a S/. 2.150.
Sin embargo, recomienda apostar por estructuras de mayor capacidad para, realmente, ver los beneficios económicos. "Para un equipo de las mismas características (que el ejemplo de líneas arriba), pero de 9 metros de largo, considerando que hay que comprar 8 tubos adicionales a S/. 11 cada uno, se invertiría un total de 166 soles adicionales. Y así se triplica la producción", aclara Jáuregui.
Por lechuga, el costo es de S/. 0.40 (pues hay que considerar que la inversión en semillas y en la solución nutriente que se aplica al agua es mínima) y se venden a S/. 1.50. Incluso en el supermercado esta cifra asciende a S/. 2.50. Existen variedades de lechugas que son vendidas a servicios de buffet a S/. 3.50 y hasta S/. 5 por unidad en mercados más reducidos, pero con mucho potencial en lo que a segmentación de mercado se refiere.
"Por ejemplo, aquí en el centro de investigación contamos con un módulo que da 120 lechugas semanales. Si yo tengo cuatro módulos, los ingresos mensuales son de 500 soles", estima Rodríguez Delfín.
LA PRODUCCIÓN
Vale saber cómo es el proceso para tener de una semilla un robusto vegetal. Las semillas, las cuales se pueden adquirir en mercados, se siembran en almácigos (foto 1) y se riegan varias veces al día (se les aplica la mitad de nutrientes que las adultas), dependiendo de la estación, hasta que llegan a las dos semanas como plantitas de tres centímetros de altura.
Luego se trasplantan a los tubos plásticos donde reciben el agua con las sales nutrientes y oxígeno que está en movimiento gracias a una bomba. En este período permanecen alrededor de un mes, en el que van adquiriendo volumen y luego son cosechadas.
Este proceso a gran escala se aprecia en las instalaciones de Invernaderos Hidropónicos del Perú, que comercializa la marca de hortalizas Don Miguel en una conocida cadena de supermercados. En la planta, en Pachacámac, se producen 6 mil lechugas seda al día.
CUIDADOS VITALES
A la hora de entrar a estos invernaderos, la primera medida es pisar una capa de azufre colocada antes de cruzar la puerta, pues sirve para eliminar patógenos o huevos de insectos dañinos para los sembríos. El mismo invernadero está cubierto en su totalidad por una fina malla que retiene el polvo y otras impurezas que trae el viento de Pachacámac. Además, se coloca, como segunda capa protectora, mallas Raschel, cuya función es reducir el paso de la radiación solar dentro de la instalación. Deja solo pasar un 85% de luz y su coloración (en el caso de las lechugas, la malla debe ser verde) depende de la longitud de onda que tolere el vegetal.
Cuando llueve –explica Jesús Mendoza, ingeniero agrónomo de Invernaderos Hidropónicos del Perú–, como ha ocurrido a inicios de otoño, se filtran, con el agua, ácaros que atacan los brotes ubicados en el corazón de algunas lechugas. "Los ácaros empiezan a chupar sus nutrientes. Entonces la hoja crece atrofiada, marchita y se descarta", añade.
Además existen otros métodos sencillos y baratos que permiten no depender de los nocivos insecticidas. Una medida es colocar, a manera de cartel, dentro del invernadero, una plancha de color azul o amarillo. Esta trampa, con colores bastante llamativos para los insectos —como la polilla, la mosca blanca o la mosca minadora—, los atrae, pero para mala suerte de estos bichos no pueden, luego, despegar debido al pegamento que cubre la plancha mortal.
LOS CONTACTOS
Si usted empieza en el negocio, olvídese de la idea de vender sus productos en los supermercados, pues no se abastecería para cumplir con estos grandes almacenes. Lo que recomienda Rodríguez Delfín es que si la producción es a pequeña escala, lo mejor es ofrecer sus productos en los negocios cercanos a su punto de operación, como pollerías, restaurantes y hoteles.
Andy Rivera cuenta que al iniciar su actividad, se acercaba a las pollerías y ofrecía muestras de calidad a precio mucho más bajo que el promedio, con el fin de promocionar sus productos.
Para ingresar a las grandes cadenas, sin que lo buscaran, él mismo mandó un email dando a conocer sus verduras y luego lo llamaron para una entrevista, aunque al inicio no lo veían con confianza debido a su aspecto juvenil: "Finalmente, tú defiendes tu trabajo cumpliendo con responsabilidad y siendo bien 'metido', ir a buscar compradores, lucharla".
Otros cultivos que se pueden considerar con la hidroponía
La lechuga es la reina de los cultivos hidropónicos porque se cosecha en aproximadamente un mes, mientras que en método tradicional (en tierra) tarda tres meses y medio.
Pero también se puede producir espinaca, de gran rentabilidad, así como acelga, a la que solo se necesita cortar sus hojas por un periodo de un año. Con la acelga no se requiere repetir el proceso semanal como con las lechugas.
Hay otras hortalizas cultivables, pero se recomienda que sean para el consumo personal, pues son poco rentables. Es el caso del apio, que demora cuatro meses para ser cosechado y que, finalmente, se vende a S/. 0.50, lo cual no justifica el esfuerzo. Preferible es comercializarlo en su versión 'baby', por la que se paga S/. 1.50.
De poco interés comercial en el mundo hidropónico es también el perejil y el culantro que se venden a bajísimo precio el atado: alrededor de S/. 0.50.
Como recomienda Rodríguez Delfín: "Hay que producir cuando no hay una hortaliza. Por ejemplo, la albahaca en el invierno es escasa. La lechuga en invierno abunda, más bien por eso hay que cultivarla más en verano, para aprovechar ese vacío.
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