martes, 23 de diciembre de 2014

Una novela que redescubre la corrupción universitaria

Escritor Efrén Gamarra publica El hijo de Malhechor. Obra ficciona sobre personajes, locaciones y hechos que tienen asidero real. 

Efrén Gamarra es biólogo pero se dedica a la literatura. | Foto: D. Juárez
“Cualquier parecido con la realidad NO es pura coincidencia”, bien podría ser la advertencia que preceda el libro El hijo de Malhechor (Editorial Egasoles, 2014), última novela del biólogo y escritor Efrén Gamarra Soles. La polémica obra se centra en la corrupción galopante en una universidad fácilmente reconocible por cualquier lector medianamente informado. Y aunque el autor del libro se mantiene cauto respecto a los personajes, hechos y locaciones que allí se describen, es precisamente esa ‘coincidencia’ donde reside el mayor atractivo de la novela. Como el propio Gamarra dice en el prólogo de su libro, “el relato quedará siempre en deuda con la fuente original”. 
 
Efectivamente, El hijo de Malhechor relata la historia de la “Universidad Nacional del Norte” y los diversos escándalos en el que se ven involucrados rectores, docentes, dirigentes y hasta los miembros del extinto tercio estudiantil. Pero el gran protagonista de la novela es un rector, al que se le pinta como calculador, pusilánime y con una innata habilidad para hacer negociados nada santos gracias a su poder en la ficticia universidad.
 
“Este libro es una novela donde para proteger al mismo autor como a los personajes tuve que ponerles nombres ficticios, hay situaciones similares a lo que ha sucedido, pero no idénticas”, refiere el autor. No obstante, Gamarra admite que la novela se queda corta con la realidad.
 
Sobre el personaje principal, el escritor dice que no se trata de un ensañamiento personal, sino que los ‘méritos’ que ha hecho el personaje hacen que este sea el personaje más desarrollado a lo largo de la obra.
¿Cómo nace esta novela? Efrén Gamarra asegura que surge a pedido de un grupo de amigos vinculados al mundo académico de nuestra ciudad, que veían con impotencia cómo la corrupción avanzaba en su centro de estudios como un cáncer fulminante.

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